Por detrás de la puerta puedo escuchar las voces encimándose unas sobre otras como ositos en una máquina de peluches y los cubiertos cortando panqueques en la mesa de la cocina.
Yo me quedé en el suelo de mi cuarto tomando viejos poemas o escritos cualquiera, cortándolos al igual que esos panqueques en la cocina pero para crear nuevos poemas y no para deglutirlos. Recorriendo mi libreta negra, de adelante hacia atrás, intenté no leer sino esas pequeñas cositas que buscaba, mientras el resto de escritos se sucedía sólo como el reflejo de una película blanco y negro en rewind. Me di cuenta que había llegado lejos en el tiempo y me detuve en una carta transcripta de un libro de Alejandro Jodorowsky. Mientras leía nuevamente esa carta me di cuenta que esa película blanco y negro la había escrito ahí, cuatro años antes y que hoy la transcribiría pensando lo mismo.
Pasando la puerta seguía el mismo bullicio que para nada me resultaba molesto, por lo contrario ya había encontrado que se escuchaba igual al murmullo envolvente de esa canción de Lou Reed en Coney Island Baby, Kicks. Sin ninguna razón conciente, pero sospecho que relacioné el título del libro de Jodorowsky, El maestro y las Magas, con el personaje de "La Maga" en Rayúela, agarré el libro de Cortázar que ayer sacaste de la mochila.
Lo abrí y lo primero que noté fue que además del señalador había una estampita de la Virgen Desatanudos, y sin saber que historia esconde esa estampita la encontré hermosa entre tantas palabras. Lo primero que leí del libro fue la oración a la Virgen, ya no encuentro las oraciones como exclusivas de una práctica religiosa, la leo como si fueran canciones cantadas desde un estado azul. Las escucho cantadas por Patti y dibujadas por Blake, las imagino en la noche. Tal vez no leí antes Rayuela porque me encontré con fascinación en el París de las novelas de Sartre que me guió en otra dirección. Pero Sartre no escribió en tan hermoso castellano ni podría haber escrito el capítulo 7 (el capítulo "todo eso"), en el cuál la fuerza del lápiz con el que marcaste la página dejó una marca en el reverso como la de una cicatriz. Tocar esa hoja se siente ahora como la piel.