Me faltaba la música del día siguiente y saber lo que iba a soñar esa misma noche. Pero el asfalto me atraía. Mojado y tan vacío, hacía que se cayeran las razones para esperar un colectivo. Vuelvo a casa caminando por el medio de la calle con la llovizna cayendo en mi cara, buscando no encontrar ningún auto que arruine la escena. Que ningún ruido sea tan vanidoso como para distraer mi imaginación.
Me hago consciente como en los sueños, es un momento y algo tiene para decir, es un momento y lo hago yo. Cuántas noches están tan vacías y perfectas como esta? Me pregunto porque no le temo al vacío, me pregunto a qué le temo.
Sigo caminando y pienso cuales son mis cadenas, por qué callo. Veo las luces y recuerdo una larga noche en la que el silencio se hizo poesía y las miradas, caricias. Me pregunto si pienso demasiado, si pensar demasiado me detiene, tal vez es eso lo que me dijo el sueño.
Un llamador de ángeles colgado en algún balcón hace de esa calle despoblada una inmensa caja musical, empiezo a cantar
I know which one I like, and which one I hate... el aire se encargó de lo que sigue. No pude fotografiarlo, tampoco filmarlo pero tal vez se vea en mi mirada, la que sabe que lo único real es la magia.