Llueve afuera pero la mejor decisión es salir.
Cruzo por un lugar nuevo y ante alguna mirada hostil me siento bien para seguir caminando. Miro la vereda mojada aunque ya no llueva y escucho como resuenan mis pasos debajo de un puente oscuro de Shoredtich.Pienso en lo increíble de estar caminando por estas calles una noche de viernes cualquiera en la que necesito ver luces, gente, sentirme vivo, y que las baldosas de un ciudad me digan "it's everything ok". Recuerdo cuanto más quería poder sorprenderme de todo. Miro hacia delante y me veo a mi mismo caminando en Londres y una vez más lo encuentro increíble. En un laberinto de escaleras angostas, finalmente doy con la correcta. Y aunque todavía solo eramos unas pocas personas mientras sonaban los Dandy Warhols y la chica de la barra me advertía que en veinte minutos empezaban las bandas.
Con cara de niños pero tocando sus guitarras para sacudirse y bailar, esa primer banda me hizo acordar por qué estamos acá, quienes somos y cómo bailamos. La típica banda que en una película independiente sobre adolecentes sueñan con tocar despreocupadamente, ese punto en el que se encuentran la inocencia y la rebeldía.
Se fueron superando las bandas que se subían, al punto que no recuerdo cuando fue la última vez que vi cuatro bandas tan geniales una atrás de la otra. Me encontré siendo el único que estaba bailando y sacudiéndose entre la gente. Justo adelante adelante del escenario, con los oídos tapados pero disfrutándolo porque lo valía, esas canciones y esa energía lo hacían valer.
Salté y me sacudía con fuerza, y sentía como alejaba la angustia, como la desilusión se convertía en una descarga liberadora, porque todo el universo en una noche me dice que estoy en el lugar correcto. Mientras se prepara una de las bandas comienza a sonar la bien sucia guitarra "53rd & 3rd" y la canto fuerte, entera, con cerveza en la mano y golpeando el piso viejo de madera. Un cómplice canta algunas canciones también, con similar carisma. A la distancia somos los dos únicos cantando y bailando "Get Free", no puedo evitar la sonrisa que después de unos segundos se convierte en carcajadas en el medio de la pista. Me reía de lo fantástico que era estar en ese lugar, de finalmente estar donde las cosas pasan. Nada de querer estar, ni de imaginar, sin excusas y sin falsas preocupaciones. Me río porque costó llegar, dolió llegar, me cambia llegar, porque me sentí acompañado y me sentí solo, porque perdí dirección y porque la quiero recuperar cada día, porque tenía los ojos entrecerrados y porque abro los ojos cada día, porque se que se siente de verdad y qué no, porque quiero ser feliz, porque todo está acá only have to take a leap of faith.
Y aunque Y Control me hacía vibrar de manera tan eléctrica el cuerpo, también me recordaba lo bien que te quedaría todo esto alrededor de tus ojos.
El cómplice que cantaba conmigo resultó ser el cantante de la última banda, Towns, quienes creo que son la mejor banda que vi en vivo desde que llegué a Londres. Ya estaba completamente lleno y adelante de todo estábamos algunos de las bandas anteriores y yo. El último tema fue la explosión de una noche que se había mantenido tranquila por más que la música pedía saltar. Finalmente algunos saltos pronto se tornaron pogo, un pogo hermoso, el pogo de los pibes. Me acordaba de Klautrock y su amor por los pogos, y me hizo sentir cerca del amor por lo más auténtico de vivir la música. Pronto nosotros, cuerpo a cuerpo nos hicimos parte del trance del escenario. Al punto que infiltrado entre los Velcro Hooks y empapado de cerveza, estaba en el mismo minúsculo escenario donde los Arctic Monkeys empezaron a tocar en Londres. Celebrando, viviendo en serio.
Music might save me once again.