Contemplamos el jazz, paseamos por ciudades y viajamos en el tiempo. Nos divertimos con nuestros "tíos", lloramos, los amamos, nos cantan canciones de cuna, somos niños y nos palmean la espalda con sus palabras. Vamos y volvemos, sabemos donde está el baile, nos enloquecemos bailando porque también sabemos que nosotros mismos hacemos nuestra edad dorada.
Vemos, descubrimos y tejemos, nos vemos, nos descubrimos y nos enredamos en telarañas que nos muestran que siempre se llega más lejos. La infinitud del universo es el horizonte, las luces no se apagan y somos luz, la luz. Eterno como la luz, eterno el tiempo acá, el cual podemos desvanecer tanto como al sonido callar. Sabemos que todo va bien y no traicionamos al tiempo con falsas urgencias.
Agradecí sin palabras y rompí los límites que sabía inexistentes al dormir los labios y solo sentir la piel. Perseguimos la locura porque amamos vivir, podemos perder la cabeza día a día y sabemos con qué, amamos amar lo que amamos y rellenar blancos con la única verdad.
Holy este papel y Holy quién lo lea, sagrado es aprender a amar y ver el amor en todo lo que nos rodea, Holy nuestros viajeros en el camino y las mentes de su generación. Holy los pies cansados de bailar, los sueños verticales y las manos ásperas de buscar la música tallada en círculos sólo para sentirla más real.
Las lágrimas más hermosas que son producto de desnudar los acontecimientos e ir más allá de todo, de poder ver que todo el universo se concentra en cada instante y que somos todo en cada uno de ellos, donde todas las distancias se hacen difusa, se hacen nada.
Tan alucinante es descubrir como la magia habla en bocas que permanecían anónimas, que mañana podemos ser Rimbaud o lo que sea que queramos ser, que en nosotros está la potencia de todo lo que aparezca en nuestras mentes.
Momentos perfectos, mágicamente perfectos; una terraza, nuestra heroína, nuestros héroes de Manchester y dos almas auténticas.
César Aira - El reverso de las nubes
Hace 2 días